Título: Nadie nos echará de menos
Autores: Stephen Leviathan y Jorge del Barrio
Fuente: Amazon
Veredicto: No
Escogí esta muestra por curiosidad, para ver de quién hablaba el título (a quién no iba a echar de menos nadie). Y porque me gusta la ilustración de la cubierta, el cráneo de un ciervo con el cuerno derecho astillado cuya descripción aparece en la muestra.
El peor fallo que le puedo atribuir al texto es que tiene faltas de ortografía y puntuación que denotan que no ha sido revisado (profesionalmente). Al principio creía que era por una mala traducción (por el nombre del autor que consta en la cubierta) pero no, el libro está escrito en español. El autor «real» parece ser Jorge del Barrio, y Stephen Leviathan es un autor ficticio 1)Algo así como Lemony Snicket en la saga de libros infantiles Una serie de catastróficas desdichas.usado para lograr un mayor impacto en la historia, una estrategia de marketing ya que, según la sinopsis del libro:
Pese a las faltas, la narrativa es mucho mejor que la que me he encontrado en otros autopublicados que no han pasado por fase de revisión. Lo suficiente para continuar el libro si me hubiera gustado la temática, pero la trama no me ha acabado de enganchar.
La historia en sí empieza con el autor (Stephen Leviathan), escritor de novelas baratas, aclarando que está contando la historia que a él le narró un antiguo conocido, Bill. El tal Bill fue el hombre por quien su novia le dejó años atrás en la universidad, y ha pasado de ser un joven de aspecto atlético a un hombre de mediana edad estresado y de aspecto descuidado. A Bill lo persiguen las fuerzas de la ley y se comunica con Stephen por correo ordinario para conseguir que este explique su versión de la historia.
Bill, en medio de un supuesto viaje de negocios, fue a parar a una gasolinera perdida en medio de un desierto americano donde le atendió un empleado cuya torpeza le exasperó. Trató con mala educación al chico y este le golpeó en la cabeza y lo encerró en el sótano del edificio. Bill no despertó hasta el día siguiente y, cuando lo hizo, el chico de la gasolinera —Jimmy— empezó a torturarle (le rompió los dedos) para sonsacarle información personal sobre su familia y el motivo real de su viaje. Bill acabó confesando la vergüenza que ocultaba tras su viaje: sin que se enterara su esposa (Elizabeth, la exnovia del autor), intentaba que una menor a la que había dejado embarazada abortase en una clínica.
Anotaciones
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