Hemos dejado atrás diciembre para entrar en el 2019 rodeados de ventiscas y tormentas de nieve (por lo menos en Bratislava, aunque ya me han contado que en España el panorama es bastante diferente, tirando a azul). Aquí las bajas temperaturas y los cielos encapotados invitan a envolverse en una manta, coger una taza de café muy caliente y pasar la tarde leyendo un buen libro. Todo eso mientras en la tranquilidad del hogar nos recuperamos de los empachos y excesos varios de las fiestas navideñas.
Por suerte, entre esos excesos se encuentran los literarios, que siempre encuentran la manera de colarse entre los regalos1)Quizás porque mis sugerencias en este tema se acercan más a órdenes.. Este año, debido a la salud inestable de mi gato no he viajado a España, de modo que no he podido asaltar las librerías de Barcelona y atiborrar mi maleta de libros, como tengo por costumbre hacer cada año para desgracia de los que cargan con el equipaje. Pero aun así he recibido una buena cantidad de libros, y uno de ellos (al que llevaba tiempo deseando hincarle el diente) incluso me dio tiempo a acabarlo en el mismo mes de diciembre.
Anotaciones