El 2019 fue un año inestable en asuntos de escritura (y de lectura, que mis altibajos son dignos de las dunas más áridas del desierto). Supongo que reflejó la situación en mi hogar donde, con un gato achacoso de 17 años recién cumplidos, frecuenté más el veterinario que las librerías y una no estaba con ánimo para escribir siempre. Eso desembocó también en una pausa que me di a mí misma y al blog y a la que hoy, con esta entrada, le pongo fin.
El año pasado, por primera vez, no finalicé mi objetivo de un Camp NaNoWriMo1)En el de julio, cuando no acabé la corrección de mi novela de fantasía. Eso es algo que no me sabe mal porque, ahora que estoy estudiando cursos de corrección, me doy cuenta de que esas revisiones habrían sido bastante flojas.ni tampoco participé en el gran NaNoWriMo de noviembre, una meta que había cumplido los últimos tres años. Para él tenía varios planes que iban desde ponerme con la segunda novela de la saga de Un crimen de hadas (de la que tengo cientos de anotaciones ya hechas en Scrivener) a escribir un relato corto cada día.
Al final dejé pasar la competición: el gato estuvo en tratamiento y preferí dedicarle a él mis energías (y horas de sueño). Los planes que tenía para el NaNoWriMo los iré desarrollando a medida que el humor acompañe y que los cursos acabados me dejen más tiempo libre.
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