Al mudarme a Bratislava hace año y medio mi «trabajo» —y estilo de vida, ya que estamos— cambió radicalmente. Pasé de trabajar para otros en una gran empresa durante ocho horas diarias (más las horas de transporte público que a los lectores no nos amargan tanto como a otra gente) y de no disfrutar de muchas horas libres más allá del fin de semana, a no saber qué hacer con tanto tiempo disponible.
Créeme, cambiar de entorno a un país en el que el idioma, las horas de luz solar, la temperatura, la comida, la administración y el carácter de la gente son diferentes —y no siempre para mejor— puede restarle puntos a ese ímpetu por probar cosas nuevas que tienes al principio.
Después de un periodo de adaptación1)Aunque te confieso que yo todavía sigo adaptándome.tomé algunas decisiones y empecé a tomarme más en serio «esto de la escritura». Eso implicaba tanto escribir como formarme, y para ello me apunté a varios cursos online (algunos gratuitos y otros de pago) y compré varios tropecientos libros de entre los más recomendados. Bueno, y como soy incapaz de resistirme a las ofertas2)Rebajas fue una de las primeras palabras que aprendí en eslovaco., también cayó alguno de esos de los que nadie habla y encontré en promoción por Amazon.
Anotaciones